Detrás de cada Parador hay historias que merecen ser contadas. Vidas de reyes, nobles, arzobispos, astutos validos reales rivalizando en poderío con el propio soberano o incluso prestigiosos arquitectos que han pasado a la historia por emblemáticas obras del barroco y el neoclasicismo. Personajes vinculados, de una u otra manera con Paradores, dejando su huella y sus secretos en los muros de estos edificios. ¿Te apetece descubrirlos?
El Parador de Corias es obra de un potente arquitecto
No es fortuito que al Parador de Corias se le conozca como el Escorial de Asturias. La imponente arquitectura final de este edificio románico del siglo XI tuvo un claro artífice. Ventura Rodríguez. Sin duda, el máximo exponente de la arquitectura española del siglo XVIII (junto a Juan de Villanueva) con obras tan emblemáticas del Madrid monumental como las Plazas de Cibeles y Neptuno en el Paseo del Prado de Madrid.
En el caso de Corias, el que fuera también aparejador del Palacio Real de Madrid, desempeñó en el monasterio de San Juan Bautista que alberga al Parador, el cargo de supervisor de las obras de rehabilitación del edificio. Tras un incendio ocurrido en el siglo XVIII, Rodríguez proyectó una nueva obra de estilo neoclásico e inspiración herreriana, que deja con la boca abierta a todo buen amante de la arquitectura.
¿Y por qué tanto interés en rehabilitar el Parador por todo lo alto? Cangas del Narcea, la localidad donde se ubica, es la cuna de varios edificios históricos. Un paseo por sus calles empedradas hará que te encuentres con casonas, palacios e iglesias, reflejo del poderío de los primeros reyes astures. Podemos citar el Molino de Villajur y el Santuario de la Virgen del Acebo. A toda esta riqueza artística le acompaña un verdadero paraíso. La Casa del Parque Natural de Fuentes del Narcea, Degaña e Ibias o el mayor robledal de España, la Reserva Natural del Bosque de Muniellos son paradas imprescindibles.
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Blanca de Borbón residió en el imponente Parador de Sigüenza
Entre los muchos lugares donde la reina de Castilla, Blanca de Borbón, estuvo confinada, está el Parador de Sigüenza. Hija del duque Pedro I de Borbón e Isabel de Valois, cuenta la leyenda que su esposo Pedro I se casó con la princesa, simplemente por el interés de afianzar las relaciones entre España y Francia. Su verdadero amor fue María de Padilla y es por ello que el monarca dinamitó su relación con la joven. A raíz de estos hechos se inició una revuelta por parte de los partidarios de Blanca contra el rey. Contienda durante la cual, su esposo decidió recluirla en el castillo seguntino. Cuatro años confinada para después trasladarse a Andalucía donde fue asesinada.
La antigua residencia de Blanca de Borbón o, lo es lo mismo, el Parador de Sigüenza, un castillo medieval con un impresionante patio de armas, una capilla del siglo XII y un salón del trono que hoy hace las veces de comedor, se encuentra en una de las villas manchegas más bonitas. El Palacio Episcopal, la iglesia románica de San Vicente, el convento de San Francisco o el conjunto renacentista de Nuestra Señora de los Huertos son principales puntos de interés. Si te gusta ir en bici, el Parque Natural del Barranco del Río Dulce posee rutas para recorrer sus bosques y el cañón del riachuelo.
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Un milagro dio lugar al Parador de Plasencia
Según cuenta la leyenda, el Parador de Plasencia es fruto de un "milagro". La duquesa de la localidad, Leonor de Pimentel, sufrió el trauma de ver a su hijo, Juan de Zúñiga, morir repentinamente. A raíz de su desolación, imploró por la vida de su hijo fallecido a San Vicente Ferrer. Y según se dice, el dominico español resucitó al infante y en agradecimiento, los duques de Plasencia mandaron construir este convento que conserva varios elementos originales, como el artesonado del claustro, el púlpito del refectorio, un maravilloso friso de azulejos del siglo XVI, restos de pinturas murales de la época y una espectacular escalera volada, de 1577. ¿Y qué pasó con aquel niño? De Zuñiga fue una figura polifacética y adquirió enorme relevancia en su época. Estuvo en la toma de Granada junto a los Reyes Católicos, fue arzobispo de Sevilla y todo un mecenas lingüístico de su época, amigo y protector de Antonio de Nebrija.
Sin duda, los duques de Plasencia escogieron un entorno único para levantar el convento. El Parador está en medio de una villa donde aún late con fuerza la magia del medievo. Sus edificios son testigos de la convivencia de diferentes estilos artísticos: la Catedral Vieja, perteneciente al Románico y la Catedral Nueva con adornos góticos y renacentistas. Además, es un enclave perfecto para la desconexión. El río Jerte riega la ciudad para dotar a sus paisajes de belleza y singularidad. El curso del afluente es idóneo para emprender la excursión denominada, Ruta de los Parques Naturales, un conjunto de espacios ideales para el disfrute de los más pequeños de la casa.
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Una residencia excepcional para el virrey del Perú: Parador de Oropesa
El Parador de Oropesa lo conforman dos castillos: el primero fue construido por los árabes durante los siglos XII y XIII, mientras que el más esbelto fue mandado edificar en el siglo XV como residencia de los Álvarez de Toledo. En esta ecuación familiar entra en juego Francisco Álvarez de Toledo y Figueroa. El aristócrata que habitó en esta imponente fortaleza medieval fue, nada menos, que la mano derecha del rey Felipe II, quien le designo V virrey del Perú, entre 1569 y 1581. Aunque también fue hombre de máxima confianza de Carlos I, le encomendó delicadas misiones y le acompañó en sus campañas por África y Europa. Un hombre de gran influencia en la época.
La ubicación del parador, a medio camino entre Toledo y Extremadura y con la Sierra de Gredos como telón de fondo, impresionaría tanto a nuestro aristócrata como a nosotros hoy día. Un enclave perfecto para descubrir joyas turísticas de distintas comunidades españolas. Puedes indagar en el pasado de Oropesa haciendo una parada en los castros del Cerro de la Mesa y El Raso; el yacimiento arqueológico de Augustóbriga o las villas de Trujillo, Plasencia y Guadalupe. También tienes la posibilidad de emprender aventuras originales como las rutas del bordado de Lagartera o de la cerámica de Puente del Arzobispo para curiosear la artesanía de la región.
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Sos del Rey Católico: la cuna de Fernando II
Sos del Rey Católico fue, como ha heredado su nombre, cuna del soberano Fernando II de Aragón. Su madre deseaba que el futuro rey de Aragón, de Sicilia y de Nápoles naciera en tierras aragonesas y así fue. El 10 de marzo de 1452 en el Palacio de Sada que hoy, convertido en centro de interpretación, puede visitarse. Su fama como monarca resuena con fuerza en los libros de historia. Se casó con su prima, Isabel la Católica que significó la unión dinástica y trajo el esplendor a la Corona con el descubrimiento de América y la toma de Granada en 1492.
En esta histórica villa se localiza el Parador aragonés. Es un destino para olvidarte de coger el coche. La mejor manera de explorar la riqueza artística de la localidad es perdiéndote por sus calles. Durante la marcha serás consciente de la belleza de la Edad Media y algunos de las corrientes artísticas que existieron en el pasado, especialmente, del Gótico español y del Renacimiento. No te vayas sin avistar el monasterio de Leyre y el Castillo de Javier y Uncastillo.
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El Parador de Lerma fue el hogar del hombre más rico de España
El Parador de Lerma fue concebido como la residencia del duque, Francisco de Sandoval y Rojas. Este noble fue el hombre más poderoso de España durante 20 años. Tanto que hasta el mismísimo Pedro pablo Rubens le dedicó un retrato que hoy puede disfrutarse en El Prado. Con él se inició la política del valimiento real, es decir, la cesión de competencias por parte del rey. La influencia del aristócrata superó con creces a la de su rey coetáneo Felipe III y su colección artística, de más de 2.700 pinturas, con obras de El Greco, El Bosco, Fra Angelico o Tiziano, llegó a rivalizar con la del mismísimo rey. Soberano a quien también desafió construyendo un palacio de cuatro torres, en lugar de dos, algo sólo reservado a palacios que fueran residencia de reyes.
Aquella colección ha dejado huella en el proyecto artístico de Lerma en el que además de obra clásica, se exhibe una muestra de arte contemporánea que intenta conectar con el pasado y con aquella colección que reunió el valido. Un tesoro interior. Pero también exterior: el del entorno. Desde el cercano mirador de Los Arcos podrás observar espectaculares puestas de sol. Asimismo, en la comarca hay rincones imponentes. La Colegiata de San Pedro sorprende por sus pináculos y sus robustos cimientos. Y si quieres explorar los alrededores te recomendamos desplazarte hasta la localidad vecina de Santo Domingo de Silos, uno de los pueblos burgaleses más bonitos. Tampoco se te puede olvidar disfrutar de la naturaleza en la Sierra de la Demanda.
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El Parador de La Granja acogió a la familia de Carlos III
El Parador de la Granja fue ordenado construir por el conocido como Mejor alcalde de Madrid, el rey Carlos III, impulsor también de la Puerta de Alcalá y precursor de la reforma agraria, la industria y el comercio de la época. Cuando puso la vista en La Granja para la construcción del edificio que alberga al Parador, lo hizo para alojar a sus hijos, los infantes don Gabriel y don Antonio. Cada piedra del edificio fue testigo de cómo fueron forjándose las personalidades de ambos hermanos. En el caso de don Gabriel, inclinando su amor por la cultura y las lenguas clásicas, mientras que don Antonio mostrando predilección por la monarquía absolutista de su sobrino Fernando VII.
En los alrededores de la antigua casa de los Infantes tendrás una amplia oferta de ocio. Puedes contemplar la hermosura del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, rincón declarado Reserva de la Biosfera. Si te gusta el senderismo, entonces cálzate unas buenas deportivas y recorre las sendas de Boca del Asno junto al río Eresma. La visita por antonomasia es el Palacio de la Granja de San Ildefonso, arropado por jardines y esculturas de estilo de Versalles.
